Friday, October 12, 2007

Sobre el contenido del blog

Hace un par de días, después de leer una de las entradas, un amigo (porque, como la mayor parte de los aspirantes a escritores / escritores principiantes / escritores en decadencia, considero "amigo" a todo aquel que me lea) me señaló que el artículo no le había parecido muy gracioso. Obviamente, la primera idea que se me vino a la mente fue "pero es que no todos los artículos los escribo con la intención de que sean graciosos".[1] Y a su vez, esta idea hizo que me preguntara qué esperan los lectores de este blog al leer cada una de las entradas.

Es difícil, en un blog donde los lectores no acostumbran dejar comentarios, determinar con claridad las razones de los lectores[2], así que la mejor manera de tratar de ser un anfitrión amable es al menos contarles cuál era mi intención al escribir cada artículo. Así, al menos sabrán qué esperar al iniciar la lectura. Y, no sólo eso, mis razones son mucho más de peso que las de los lectores, en parte porque el esfuerzo que me cuesta a mí escribirlas es superior que para los demás leerlas (sí, aún de los artículos más malos) , pero principalmente porque no es que yo haya iniciado esta tarea precisamente por el clamor popular.

La explicación más fácil es que escribo porque cuando grande quiero ser escritor. Y para se escritor, como para cualquier cosa, se necesita práctica[3]. Mantener un blog no sólo debe suministrar dicha práctica, sino que debería también fabricar de la nada la disciplina que en un futuro (como van las cosas más bien un Universo Alternativo) podría requerir la publicación de una columna.
Pero aparte de la práctica, efectivamente estoy convencido que al menos parte de lo que digo puede parecer interesante (o causar gracia, o conmover, o hasta indoctrinar) a algún porcentaje de los lectores. Con eso en mente, creo que un potencial lector podría estar buscando en mi prosa uno de los siguientes factores:


Contenido Autobiográfico
Mi tema favorito de conversación siempre he sido yo mismo, de modo que suelo introducir datos sobre el mismo, aun cuando no necesariamente contribuyan a que el texto sea entretenido, legible… o tenga sentido. Ahora, ¿por qué habrían de interesarles a los lectores escenas instantáneas de mi vida? Sospecho que la demografía de los lectores asiduos está compuesta principalmente por amigos míos[4] Supongo que ellos pueden querer conocer (o recordar) algunas de las anécdotas.

Pero además, desde siempre he mantenido que mi vida es más entretenida de contar que de vivir: en general es bastante buena, por tanto no es una historia trágica, y en cambio está adornada por situaciones irónicas y traumáticas que en retrospectiva resultan siendo graciosas. En el momento no tanto, y eso es lo que le da a ciertos aspectos de mi vida su cariz tan definitivamente narrable, cuando (por citar un ejemplo), un rufiancillo apodado "El Fibra" me estaba rompiendo el tabique, algo en la situación (probablemente la sangre) me impidió prever la cantidad de ocasiones en el futuro en que lloraríamos de risa recordando todos los detalles del evento.

Y por supuesto, si no hubiera un alto porcentaje de voyeurismo en cada uno de nosotros, no sólo haría rato que el London Star y el Nacional Enquirer habrían quebrado, sino que no estaríamos plagados de realities en la TV.

Humor
Los mejores comentarios que he recibido acerca de lo que escribo han sido sobre los artículos que son más claramente humorísticos. Y decir, como dije arriba, que no tengo intención de que todo lo que escribo sea gracioso es, para usar un eufemismo, una enorme mentira. Y aunque es cierto que no deseo que todos sean de humor, pero sí me trato de que al menos una frase logre una sonrisa. (Sí, aún en el de los paras) Pero es importante, al menos para mí, que todos tengan claro cuándo los chistes son malos porque fallé en mi intento, y cuándo porque no eran chistes.

Cursilerías
Tal como lo he dicho anteriormente en otras entradas, el nacimiento de mi primogénito me transformó de ser un viril exponente de Marte en una llorona y pusilánime criatura de Venus. Es decir, me volví una nena. La modificación en hardware fue a muy bajo nivel, por tanto además de reducir drásticamente la concentración de testosterona en mi sangre (y por tanto, condenándome a ojos llorosos y voz partida ante la más mínimo susurro de las palabras "bebé", "llorar", "niño", "sonajero" y "caca") y modificar mis ideas más arraigadas sobre la conveniencia de traer más niños al mundo, hasta el punto de haber encargado un nuevo muchachito aún cuando Alejo ya hacía por veinte, me imbuyó de un ojo experto para identificar momentos lacrimosos y la total disposición para narrárselas al primero que pase, aún en contra de sus súplicas. Es decir, me convirtió en un padre común y corriente.

Datos inútiles
Hace un par de años, un amigo argumentó que yo era "una enciclopedia de datos inútiles e incomprobables"[5] Supongo que alguien menos grande se lo habría tomado como un insulto, pero yo lo reconocí, lo asumí, y convertí en mi razón de ser la divulgación del conocimiento trivial entre los no iniciados.

Prédica
De vez en cuando, además de educar a la población con tesoros del conocimiento como la velocidad del guepardo (71 km/h), el nombre de la espada de Sigfrido (Balmung) y la ocupación favorita de Isaac Newton (Alquimia), me siento en la obligación de exponerlos a mis sofisticadas ideas. Ya sea sobre política, tecnología o cultura, estos artículos, aunque a veces panfletarios, contienen ideas que creo interesantes.

Ficción
Todos los que me conocen saben que escribo desde que estaba en la universidad. (¡Ay! Es posible que aquellos que solamente me conozcan porque han leído una o dos de las entradas no lo sepan…) Mi Opus Maxima es una novela sobre un hombre lobo, aunque lamentablemente no vale la pena subir aquí los fragmentos terminados (porque sólo hay tres, y porque son textos de ochenta páginas), pero sí algunos cuentos cortos que de cuando en cuando aún me vienen a dedos.

Como servicio social a mis potenciales lectores, pienso a partir de ahora incluir un encabezado en cada entrada, con mi mejor estimado de la composición de temas de cada artículo. Esto no solamente permitirá eludir artículos que no sean de interés, sino que siendo un diagrama de pie podría engañar a alguien que mire fugazmente por encima del hombro del lector, haciéndolo creer que no está leyendo maricadas de Internet en vez de trabajar.

Aprovechando que soy poco prolífico, la lista de entradas publicadas hasta ahora es lo bastante corta como para calcular la composición de su contenido, e incluirla a continuación.


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[1] El comentario en cuestión era de hecho sobre un artículo que yo había escrito con la intención de que fuera humorístico, pero eso es harina de otro costal

[2] Aunque para los que tengan curiosidad, las razones que yo adivino son, en orden de frecuencia:
1. No tienen nada que hacer
2. Llegaron por error
3. Desean interrumpir el interminable flujo de correos titulados “por favor lean mi blog”
4. Le gustaron mucho los artículos anteriores, y es Sir Vilson
5. Le gustaron mucho los artículos anteriores, y no es Sir Vilson

[3] A decir verdad, yo creo que en el corrupto ambiente editorial colombiano, para poder triunfar si uno no tiene contactos, le toca tener talento. No teniendo lo uno ni lo otro, yo me encuentro en un predicamente del que espero poder salir mediante la práctica.

[4] No totalmente, sin embargo, hasta donde sé no tengo conocidos que residan en Oslo, Tokio o Tenerife

[5] ¿Le parece ofensivo? Eso no es nada. Una vez el mismo atorrante me saludó un viernes en la mañana anunciando que tenía pinta de proxeneta trasnochado.