Tuesday, February 12, 2008

Sindrome de Ulises 1: Cronicas Caoticas

O
De Cómo Un Colombiano Relativamente Feliz Decidió Agarrar Camino A Sus Casi Cuarenta Años



Si alguna vez ha despertado un sábado a las cuatro y cuarenta de la mañana, y después de preguntarse confuso por qué puso el despertador tan temprano recuerda repentinamente que a las cinco pasan por usted para irse de excursión al Nevado del Ruiz por dos semanas y que no sólo no ha preparado maletas sino que ni siquiera sabe qué se necesita para un acampar allí, entonces usted entenderá lo que implica el proceso de cambiar su país de residencia. No hay más que multiplicar esta sensación por mil.
La noticia de que, finalmente, las visas para Canadá de mi familia llegarían en dos semanas era un evento tan largamente esperado, que me tomó por sorpresa. Y aunque el proceso que me llevó hasta allí fue desde mi punto de vista largo y tortuoso, y me vio pasar por cinco empleos y ocho meses de desempleo -discontinuos-, cuatro viviendas, cinco automóviles, un nuevo idioma, dos hijos y ocho cachorritos, es en realidad muy corto, y se podría resumir así:

2001

Tras un año de feliz matrimonio, La Bibi y Sir Vilson deciden que quieren irse para el Canadá

2003

Después de limpiar un pañal de su heredero particularmente lleno, La Bibi y Sir Vilson recuerdan su decisión, y envían su solicitud para emigración a la provincia de Québec

2004

Los quebecois les contestan que bueno, pero que respalden su fanfarronería con al menos 1,000 CAD cada uno

2005

La Bibi y Sir Vilson aprenden francés

Sir Vilson descresta a la cónsul quebequense con sus fluidos francés e inglés, su bien provista cuenta de ahorros, su impresionante historia laboral y su innegable encanto, por lo que ella aprueba su solicitud.

2006

Aburridos por la larga espera de noticias, La Bibi y Sir Vilson encargan a Juan Pablo, el segundo heredero.

Los quebequenses mandan una carta pidiendo un papel que faltaba.

Ante la inminente llegada del nuevo heredero, y unas inquietantes noticias sobre contracción económica en Québec, La Bibi y Sir Vilson empiezan a contemplar la opción de irse más bien para Alberta.

2007

Los canadienses llaman a avisar que sólo faltan los exámenes médicos para aprobar la visa, pero ante la noticia de que la familia ha crecido, piden más documentos

Sir Vilson entrega los documentos solicitados a una asistente de la Embajada, quien procede a guardarlos en un cajón

Al cabo de seis meses, y sobre todo después de un e-mail lloriqueante copiado a todas las cuentas de correo que se encuentran en la página Web de la Embajada del Canadá –incluyendo el Webmaster–, la asistente saca los papeles del cajón, y se los entrega a Sir Vilson para que él continúe con el proceso.

Los canadienses vuelven a llamar para avisar que sólo faltan los exámenes médicos, dejando una pausa incómoda para ver si La Bibi les avisa que le dio por parir de nuevo.

Después de escuchar un podcast originado en Montréal, el atroz acento quebequense apuntala definitivamente la decisión de Sir Vilson de viajar a la provincia de Alberta en vez de a la de Québec.

2008

Después de un último pago, y de que la Asistente confirmara que la documentación estaba correcta y completa, Sir Vilson y La Bibi preparan un detallado y completo plan para migración a Canadá.

En Enero 17 llegan las visas canadienses.

Por muchos motivos, La Bibi y Sir Vilson cambian sus planes diariamente por espacio de 15 días.

En Febrero 9 sale Sir Vilson para Calgary, dejando una lista de temas pendientes lo bastante extensa para ameritar una entrada aparte


Parafraseando a Les Luthiers, podría decirse que el detallado plan que el Clan Torres Cala preparó para su viaje se ejecutó apegándose estrictamente a los estándares y prácticas del PMI, pero sería mentira. Las semanas que precedieron mi viaje sólo pueden describirse como caóticas habida cuenta de los incesantes cambios. Un día íbamos a salir todos juntos, otro día yo iba a venir primero para recibirlos; un día viajaríamos por Houston, otro día por Toronto...

El plan en su incepción era bastante simple. Sir Vilson viajaría a principios de Febrero, para quedarse de arrimado en casa de un amigo, conseguiría trabajo y dónde vivir, y regresaría por su familia a mediados de Junio para irse juntos definitivamente. Sin ser el mejor -me preocupaban, además de la prolongada separación de mi esposa, el impacto en la incipiente camaradería con mi primogénito (desde que empezó a darle al Play somos compinches) y los grandes cambios que debería esperar en mi benjamín: de ser un bebé re-consentido, gateante, balbuceante y cuasidesdentado, pasaría a ser un jovencito requete-consentido, caminante, parlanchín y dientudo, cuyo primer pensamiento al verme de nuevo seguramente iba a ser Ve, se parece a un juguete que se me perdió hace tiempo, cuando yo era joven... Huy, claro, hace como el 20% de mi vida! - cumplía con los dos principales objetivos:

  • Poner en Canadá a la mayor brevedad a Sir Vilson, a quien la incertidumbre sobre el futuro le había hecho ganar cuatro kilos, y tenía de un humor de todos los diablos.
  • Poner en Canadá a su familia mucho mas tarde, en verano (Yo creía que en Calgary Junio era verano) y cuando ya hubiera estabilidad laboral, casa definitiva donde vivir, etc.

Y además, tenía otras ventajas como permitir a La Bibi cumplir con sus compromisos contractuales, hacer que no pasara sola la inmigración canadiense, hacer más gradual la ruptura para la familia (sobre todo la de ella, aunque estoy seguro que mis padres también habrían preferido tener acceso a sus nietecitos por más tiempo)

Sin embargo, la ley de Murphy está siempre presente, y cuando las visas en efecto llegaron, nos encontramos con que expiraban en Marzo 6. Usualmente las visas están vigentes hasta doce meses después de los exámenes médicos, y nosotros contábamos con ello, pero por un craso error uno de los pasaportes enviados vencía precisamente en esa fecha... aunque tal vez no fue un error, sino más bien algo inconsciente o, como decimos nosotros los gringos (canuks, para ser más precisos) un "Freudian slip": en la lista de requerimientos enviada por la Embajada Canadiense, claramente se solicitaban pasaportes con una vigencia mínima de un año... y, al preparar la solicitud, nosotros lo chuleamos.

Podrán imaginarse el caos. Recién certificado como PMP, Sir Vilson preparó un plan detallado de la migración, que se extendía pulcramente por espacio de tres meses. Plan que más tarde, cuando la duración del proyecto se había reducido a un décimo, simplemente serviría para hacerme reír. Durante esas confusas semanas, la socialización de los cambios se hizo con un estricto criterio "Need to Know" (Gracias, Tom Clancy), y a raíz de eso la frase que más repetí entre el 1 y el 9 de Febrero fue No, eso era antes. Bibi ya no viaja en Junio, sino en Febrero. Y la segunda más repetida fue Podrás imaginarte el caos....

Al hecho de cambiar continuamente de idea se le sumaba que la casa estaba más o menos llena de cajas, que los papeles y documentos se amontonaban porque nadie tenía tiempo de ordenarlos, que la casa estaba llena de perritos -lo que puede sonar tierno y divertido, pero es realmente repugnante y agotador. Se invertían al menos tres horas al día limpiando detrás de ellos, entre otras porque a pesar de lo repulsivos eran a la vez como asquientos, y les daba algo de impresión hacer sus necesidades en un piso sucio... así que esperaban para hacerlo un par de segundos después que alguien trapeaba-, y que la tensión se le transmitía a los niños, quienes a su vez hacían lo posible por transmitirla, a grito pelado, a los Groenlandeses.

Cuando el plan se estabilizó finalmente -hace tan sólo una semana, y yo ya estoy en Calgary-, tuvo la siguiente pinta: Sir Vilson viaja a Canada en Febrero 9, tal como estaba planeado, pasando por Houston en el camino (así conseguí una tarifa inusualmente baja para un tiquete de ida y vuelta). La Bibi, junto con niños y mascota, viaja el 22 de Febrero, por Toronto (Espero publicar esta entrada antes que eso, así que si no han podido despedirse de ella, apúrenle), donde la estará esperando un Sir Vilson que se sentirá muy culpable por las tribulaciones en que la dejó metida.

Y como en quince días es muy poco probable conseguir trabajo, o apartamento, o siquiera un conocimiento marginal de mi nueva ciudad, las próximas entradas de este blog prometen ser muy interesantes.