Thursday, April 12, 2007

La Ausencia del iPod

Villano Invitado: Diego Alejandro Infante M.

Recibí este texto de un amigo. Me pareció que no sólo es absolutamente cierto, sino que captura tanto el tema como el tono que quiero mantener en este blog. Así pues, espero que lo disfruten tanto como yo lo hice.


Hace unas noches, tras una reunión para asuntos del arriendo de un apartamento, me vi sentado en el carro de un perfecto desconocido que se ofreció a aproximarme a un lugar donde yo humildemente pudiera “coger el bus”. Acabábamos de montarnos y estábamos hablando de esos temas que uno habla porque de todos son comunes, en este caso la música, cuando este me tira su iPod y me dice amablemente y con una voz de gomelo rebuscado “pues, ponga lo que quiera”. Cual sería mi pánico al darme cuenta que yo no sabía utilizar ese aparato. Y es que así sea sorprendente para todos, ¡yo no tengo iPod!.

Hasta ese momento no me había dado cuenta que tanto había evitado el tema aunque nunca había dejado de preocuparme. Estaba muy contento con la decisión de no comprar uno porque me rehusaba a comprar algo que costara tanto y su espíritu se redujera a unos cuantos gramos y un cable, pero qué, si mi antiguo walkman de hace 15 años costaba, con 5 kilos más, solamente quince mil pesos. Y no fue solamente el peso de su espíritu lo que me llevo a no comprarlo, era la larga lista de necesidades que creí que una persona puede tener antes de llegar al, a mi parecer carísimo, iPod, de hecho, me sorprende que esta escala se haya movido tanto como para que todo el mundo tenga y yo no; no sé si es que me perdí en un hoyo en el tiempo justo el día que los estaban regalando.

Ante mi conciencia de que era un ser con un órgano menos, fui juntando organelos asociados que me permitieran suplir las, que yo creía eran, necesidades que lo llevaban a uno a comprar un aparato de estos. Y fue de esa forma que organicé toda mi música en iTunes, plataforma afortunadamente muy útil ajeno al hecho de que uno tenga uno un iPod o no, y desempolvé mi discman que pone mp3 y funciona con pilas, si, créanlo o no, todavía funciona con pilas, de esas que uno acostumbraba a ir a comprar a la tienda porque en el pasado todo funcionaba así (y se que muchos de ustedes hace tiempo no cogen nada en la sección de pilas, ahora mudada al lado de la caja de los supermercados porque creían que la gente simplemente no las estaba viendo). De esta manera aprendí a utilizar mi iTunes para copiar las canciones que me comparten por USB, cosa que requiere de un omnipresente computador para poder hacerlo, y pasarlas luego del formato que solamente lee esta aparato y nada más en el mundo, a un formato universal en el que ya nadie tiene canciones, el mp3, para finalmente quemarlas en un orden casi temático y escucharlas en mi discman que meto en la maleta para que nadie me pregunte si es que es un nuevo modelo de iPod. De esta torpe manera y con la ayuda de otros aparatos que en agregado sumarán unos 10 kilos entre sustancia, cables y adaptadores, y que deben costar en suma alrededor de dos millones de pesos (incluyo por supuesto el computador), pude suplir satisfactoriamente mi necesidad de un iPod.

Pero a quién estoy engañando, no sé de qué será cuestión, y estoy seguro no es de edad porque he visto cientos de yuppies más viejos que yo que manejan el dichoso aparato ¡con un dedo!, pero todavía no tengo un iPod. No sé si está llegando la hora en la que mi hijo (que todavía no ha nacido ni en la imaginación de los más aventurados escritores de ficción) esté ya en capacidad de manejar mejor que yo algún pedazo de tecnología, síntoma y marca imborrable de una brecha generacional, o si es que simplemente en algún momento y sin explicación alguna me he vuelto inevitablemente un tonto. Al paso que vamos no me sorprendería que un chino viniera con iPod incluido, y además con la mirada desdeñosa que todo quien lo maneja, una vez más con un único dedo, tiene al mostrarle a uno en menos de un segundo toda su biblioteca de canciones.

Así que denuncio que no sé si soy solo pobre o viejo, pero para todos ustedes que tienen un aparato de estos les pido piedad, por algún azar del destino otros nos hemos quedado atrás, así que no pidan, y con una confianza como de quien pide se le pase un trapo, que ponga uno una canción de música en un aparato que tiene un único botón y una banda mágica que jamás he entendido. Si señores, así les cueste creerlo hay algunos de nosotros que todavía no tenemos un cochino iPod, pero apenas esto que me retiene de comprarlo deje de hacerlo voy a salir corriendo a comprar uno, así no pueda llegar nunca a prender el bendito aparato.

1 comment:

Anonymous said...

"Justifica tus limitaciones y ciertamente las tendrás"
Richard Bach